La estrategia de crear escándalos y luego pedir disculpas
En la era digital, el fenómeno de los escándalos protagonizados por comunicadores e influencers ha tomado una relevancia sin precedentes.
Estos individuos, cuya influencia se extiende a través de las redes sociales y otros medios de comunicación, a menudo se ven envueltos en controversias que ellos mismos generan. Posteriormente, estas figuras públicas recurren a disculpas públicas como una estrategia para gestionar la crisis.
Este ciclo de escándalo y disculpa plantea interrogantes sobre la autenticidad, la responsabilidad y el impacto de estas acciones en la sociedad y en su propia carrera profesional.
La generación del escándalo
El escándalo, como herramienta, puede ser una táctica deliberada utilizada por comunicadores e influencers para ganar visibilidad. En un mundo saturado de información, captar la atención del público puede ser un desafío.
Un escándalo, por su naturaleza sensacionalista, puede proporcionar una explosión inmediata de notoriedad y generar conversación. Sin embargo, esta estrategia conlleva riesgos significativos, tanto para la reputación de la persona como para el bienestar de su audiencia.
Estrategias para crear escándalos
1. Comentarios controversiales:
Realizar declaraciones polémicas en redes sociales, entrevistas o publicaciones puede generar una reacción en cadena. Ejemplos incluyen opiniones insensibles sobre temas sensibles como la política, la religión o la diversidad.
2. Comportamiento provocador:
Acciones deliberadamente controvertidas, como enfrentamientos públicos o comportamientos inapropiados, son otra táctica común.
3. Filtración de información personal:
A veces, la divulgación de información privada, ya sea real o fabricada, puede generar un escándalo mediático.
El papel de las disculpas
Una vez que el escándalo ha alcanzado su punto álgido, la disculpa pública se convierte en el siguiente paso en el ciclo.
La manera en que se presenta esta disculpa es crucial y puede determinar la efectividad de la misma.
Componentes de una disculpa efectiva
1. Arrepentimiento genuino:
Expresar un arrepentimiento auténtico y reconocer el error cometido es fundamental. La audiencia es cada vez más hábil para detectar la falta de sinceridad.
2. Responsabilidad:
Asumir la responsabilidad plena por las acciones o declaraciones, sin tratar de justificar el comportamiento, es esencial para recuperar la confianza.
3. Acciones correctivas:
Indicar los pasos que se tomarán para rectificar el error y evitar su repetición futura ayuda a restaurar la credibilidad.
Ejemplos notables
Algunos casos recientes ilustran este ciclo de escándalo y disculpa:
Logan Paul: El influencer estadounidense provocó una indignación masiva al publicar un video insensible filmado en el bosque Aokigahara de Japón. Posteriormente, emitió varias disculpas públicas y prometió donar a organizaciones de salud mental.
Laura G: La comunicadora mexicana enfrentó críticas después de comentarios inapropiados en un programa de televisión. Tras el escándalo, emitió una disculpa y se comprometió a aprender y mejorar.
James Charles: El conocido maquillador y youtuber ha estado en el centro de varios escándalos, muchos relacionados con comportamientos inapropiados. Cada vez, ha recurrido a disculpas públicas para intentar reparar el daño.
Las consecuencias
El ciclo de escándalos y disculpas no solo afecta a las figuras públicas involucradas, sino también a sus seguidores y al público en general.
Este fenómeno puede llevar a la desensibilización del público ante las disculpas, disminuyendo su impacto con el tiempo. Además, plantea cuestiones sobre la autenticidad y la responsabilidad de aquellos que tienen plataformas influyentes.
En última instancia, aunque los escándalos pueden generar una atención momentánea, la manera en que se gestionan y las acciones posteriores son cruciales para determinar el legado y la credibilidad de los comunicadores e influencers.
Las disculpas deben ir acompañadas de cambios genuinos y esfuerzos por mejorar, no solo como una táctica de gestión de crisis, sino como un compromiso real con la integridad y la responsabilidad social.